El guionista y director sugirió a los presentes que el punto de partida de su guión sea una historia escrita por su autor pensando en lo que le gustaría ver como espectador. En una ponencia repleta de experiencias personales, Amezcua, animó a ser “ambiciosos en inventar historias, historias que interesen a su autor, porque si escribes historias que te interesen, podrás manejar el género en que se desenvuelven”.
Sobre el comienzo de la historia, Amezcua sugirió que puede ser una anécdota personal, una frase inspiradora, o una localización, como en el caso del certamen de cortometrajes Navarra, Tierra de Cine. El autor puso como ejemplo el planteamiento de su película “Séptimo”, fruto de un juego real con sus hijos bajando por el ascensor y los niños por las escaleras, que le llevó a plantearse la pregunta “¿Qué pasaría si desaparecieran en el trayecto?”.
El cineasta también destacó la importancia del final porque es “con lo que el espectador se queda cuando ve una película, por lo que hay que trabajar un final potente y satisfactorio”; además, “si tienes un final, sabes hacia donde vas”, concluyó.
Utilizar el estilo personal de cada autor para reflejarlo en sus guiones
Amezcua recomendó ser originales en las obras y no crear historias existentes. En este sentido explicó que, aunque la historia del cine tiene más de 100 años y se ha escrito sobre casi todo, “lo que es único es uno mismo y sus vivencias particulares”, por lo que animó a los guionistas a utilizar el estilo personal de cada autor para reflejarlo en sus historias.
El director de “25 Kilates” recordó que en el formato cine “menos es más” y que es mejor “mostrar, que contar” porque, a diferencia de la televisión que es un medio que se dirige a un público más amplio, en cine no hace falta explicar lo obvio.
El cineasta navarro incidió en la importancia de la reescritura del guión, de dejar reposar la obra y retomarla para mejorar su ritmo, personajes a los que se puede sacar más partido, las escenas, ... En este sentido, animó a los asistentes al seminario a fiarse de su intuición porque “si tienes la sensación de que algo sobra o falta, probablemente sea así”. Por otro lado, sugirió que los guiones sean leídos por terceras personas que no sean demasiado indulgentes para mejorar el guión, pero siempre con el criterio final del autor para admitir comentarios sin perder la línea de la historia que se pretendía contar.
Finalmente, Amezcua recomendó ser coherentes con los medios disponibles para la realización en función de la financiación y recursos, tratando de encontrar el equilibrio entre éstos y la ambición original de la historia desde el punto de vista creativo.